sábado, 26 de julio de 2008

Obesidad en niños


significa tener demasiada grasa en el cuerpo. Se diferencia del sobrepeso, que significa pesar demasiado. Ambos términos significan que el peso de una persona está por encima de lo que se considera saludable según su estatura. Los niños crecen a distintas velocidades, de modo que no siempre es fácil saber cuando un niño está obeso o excede el peso normal. Solicítele a su médico que mida la estatura y el peso de su hijo para determinar si se encuentra dentro de lo que se considera saludable.

En caso de ser necesario apegarse a un programa para bajar de peso, haga participar a toda la familia en los hábitos sanos, de modo que el niño no se sienta apartado. Puede fomentar el consumo de los alimentos sanos sirviendo más frutas y vegetales y comprando menos bebidas gaseosas y bocadillos de alto contenido en grasas y calorías. La actividad física también puede ayudar al niño a superar la obesidad o a sobrepasar su peso normal. Los niños necesitan aproximadamente 60 minutos diarios de actividades físicas.

Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y del Riñón


El porcentaje de niños con sobrepeso está aumentando a una velocidad alarmante en EE.UU y en los países industrializados. En general, los niños pasan más tiempo frente al televisor, la computadora o la videoconsola y menos tiempo haciendo ejercicio. Y las ajetreadas familias de hoy en día tienen menos tiempo libre para preparar comidas saludables, nutritivas y caseras. Desde la comida rápida hasta la electrónica, lo rápido y lo fácil parecen haberse impuesto en la mentalidad de muchas personas, jóvenes y mayores, en este nuevo milenio.

Desde la década de los setenta, la cifra de niños y adolescentes con sobrepeso se ha duplicado con creces en los EE.UU. Hoy en día, el 10% de los niños de entre dos y cinco años y más del 15% de los niños y jóvenes de entre seis y 19 años tienen sobrepeso. Si sumamos el porcentaje de niños con sobrepeso y el de niños en situación de riesgo de desarrollar sobrepeso, la cifra asciende a uno de cada tres niños.

Prevenir el sobrepeso en su hijo significa cambiar la forma en que usted y su familia se alimentan y hacen ejercicio, así como la forma en que pasan el tiempo que están juntos. Ayudar a su hijo a llevar un estilo de vida saludable es algo que debe empezar por usted mismo, que, en calidad padre, debería darle un buen ejemplo.

¿Tiene su hijo sobrepeso?

Se considera que un niño con un índice de masa corporal (IMC) que esté por encima del percentil 95 teniendo en cuenta su sexo y edad tiene sobrepeso. El IMC utiliza las medidas de estatura y peso para estimar cuánta grasa corporal tiene una persona. Para calcular el IMC de su hijo, divida su peso (en kilogramos) entre el cuadrado de su estatura (en metros), es decir, peso/estatura.

Una forma más fácil de obtener el IMC de su hijo es utilizar una calculadora de IMC. Una vez haya determinado el IMC de su hijo, puede representarlo en una gráfica estándar de IMC. Su hijo pertenecerá a una de las siguientes cuatro categorías:

  • Peso por debajo de lo normal: IMC por debajo del percentil 5
  • Peso normal: IMC entre los percentiles 5 y 85
  • Riesgo de sobrepeso: IMC entre los percentiles 85 y 95
  • Sobrepeso: IMC por encima del percentil 95

El IMC no es una medida perfecta de la grasa corporal y hay situaciones en que puede llevar a confusión. Por ejemplo, una persona con la musculatura muy desarrollada puede tener un IMC alto sin tener sobrepeso (porque la mayor musculatura aumenta el peso corporal de una persona pero no su cantidad de grasa). Es importante recordar que el IMC suele ser un buen indicador, pero no es una medida directa de la grasa corporal.

Es posible que últimamente esté oyendo hablar mucho sobre el IMC. Los pediatras calculan el IMC en las visitas rutinarias y muchos colegios incluyen esta medida en los chequeos anuales.

Si a usted le preocupa que su hijo pueda tener sobrepeso, llévelo al pediatra. Si su hijo tiene sobrepeso, probablemente el pediatra le preguntará sobre los hábitos alimentarios y de actividad física de su hijo y le dará recomendaciones para que introduzca cambios positivos. También evaluará aquellos problemas de salud que puedan estar relacionados con la obesidad (véase más adelante). Dependiendo del IMC, la edad del niño y su estado de salud, es posible que el pediatra les remita a un nutricionista titulado para que les guíe sobre los cambios que se deberían introducir en la dieta del niño. Algunos niños con sobrepeso necesitan participar en programas globales de control de peso.

Consecuencias del sobrepeso

Los niños con sobrepeso están situación de riesgo de padecer graves problemas de salud, como la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial y niveles de colesterol altos -problemas que antes se consideraban exclusivos de los adultos. Además, los niños con sobrepeso son más propensos a tener baja autoestima debido a las burlas, el acoso y el rechazo por parte de otros niños de que son objeto. A menudo los niños con sobrepeso son los últimos en ser elegidos como compañeros de juego, incluso en la etapa preescolar. Los niños con sobrepeso tienen más probabilidades de desarrollar hábitos alimentarios poco saludables y de padecer trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia nerviosa y la bulimia. Y también son más propensos a deprimirse y a caer en conductas adictivas, como el abuso de sustancias, que los niños con peso promedio.

Los niños con sobrepeso tienen mayor riesgo de desarrollar problemas médicos que, aparte de repercutir negativamente sobre su salud actual, representan una amenaza para su futura salud y tienen repercusiones directas sobre su calidad de vida, como:

  • hipertensión arterial, niveles elevados de colesterol y de lípidos en sangre, resistencia a la insulina y diabetes tipo 2
  • problemas óseos y articulares
  • falta de aliento y tendencia a fatigarse con facilidad, lo que dificulta su participación en deportes o actividades físicas, y puede agravar los síntomas asmáticos o aumentar las probabilidades de desarrollar asma
  • patrón de sueño agitado o desestructurado
  • tendencia a madurar prematuramente (los niños con sobrepeso pueden ser más altos y más maduros sexualmente que los demás niños de su edad, levantando expectativas de que deberían comportarse de acuerdo con la edad que aparentan en vez de con la que tienen en realidad; las chicas con sobrepeso pueden tener ciclos menstruales irregulares y posibles problemas de fertilidad al hacerse adultas)
  • trastornos hepáticos y de biliares
  • depresión

Los factores de riesgo presentes durante la infancia (como la hipertensión arterial, niveles elevados de colesterol y diabetes), a la larga, pueden favorecer el desarrollo de problemas graves de salud en la etapa adulta como, por ejemplo, cardiopatías, insuficiencia cardiaca y apoplejía. La prevención y el tratamiento de la obesidad durante la infancia pueden reducir el riesgo de desarrollar estos trastornos durante la etapa adulta.

¿Cuáles son las causas del sobrepeso?

Hay diversos factores que contribuyen al sobrepeso y que pueden actuar aislada o conjuntamente. Pueden estar implicados los factores genéticos, el estilo de vida, o ambos al mismo tiempo. A veces, el exceso de peso obedece a problemas endocrinos, síndromes genéticos y/o determinados medicamentos.

Gran parte de lo que comemos es fácil y rápido de preparar, desde las comidas rápidas cargadas de grasa hasta los alimentos precocinados listos para calentar al microondas. Tenemos los horarios tan apretados que nos queda poco tiempo para preparar comidas saludables o encontrar un rato para hacer ejercicio. Y el tamaño de las raciones, tanto en casa como fuera de casa, ha aumentado considerablemente.

Además, en la actualidad llevamos vidas más sedentarias que en ninguna otra época histórica -los niños pasan más tiempo jugando con equipos electrónicos, desde computadoras hasta videoconsolas portátiles, que jugando activamente al aire libre. La televisión es uno de los principales culpables.

Los niños menores de ocho años pasan un promedio de 2,5 horas diarias viendo la televisión o jugando a videojuegos y los niños de ocho años en adelante se pasan hasta 4,5 horas diarias apoltronados frente al televisor o apretando botones y manipulando mandos. Los niños que se pasan más de cuatro horas diarias delante del televisor tienen más probabilidades de tener sobrepeso en comparación con aquellos que se pasan dos horas o menos. No es de extrañar que el hecho de tener televisión en el dormitorio también se asocie a una mayor probabilidad de desarrollar sobrepeso. En otras palabras, cuando los niños vuelven a casa tras la jornada escolar, ¡casi todo el tiempo libre que tienen antes de la cena, entre que hacen las tareas escolares y se preparan para irse a la cama, transcurre delante de algún tipo de pantalla!

Además, a pesar de que la educación física en la escuela puede contribuir a que los niños hagan ejercicio físico, una cantidad cada vez mayor de escuelas está recortando sus programas de educación física o reduciendo la cantidad de tiempo que los niños pasan practicando realmente este tipo de actividades. Un estudio mostró que las clases de gimnasia ofrecían a los niños de tercer curso de primaria sólo 25 minutos de actividad física intensa por semana.

Los factores genéticos también desempeñan un papel -los genes contribuyen a determinar la forma en que el organismo de cada persona almacena y quema grasas, de la misma manera en que contribuyen a determinar otros rasgos. Puesto que, tanto los genes como los hábitos se transmiten entre generaciones consecutivas, es posible que varios miembros de la misma familia tengan problemas de peso.

Una mayor tendencia a "refugiarse en la comida" para superar las emociones negativas también puede contribuir al aumento de peso. Algunas personas tienden a comer más cuando están tristes, estresadas o aburridas. Los miembros de una familia tienden a tener hábitos alimentarios similares, a mantener los mismos niveles de actividad física y a adoptar las mismas actitudes con respecto al sobrepeso. Los estudios han mostrado que el riesgo de obesidad de un niño es mucho mayor si uno o ambos padres tienen sobrepeso o son obesos.

Cómo ayudar a su hijo a superar el sobrepeso y la obesidad

La clave para conseguir que los niños de todas las edades mantengan un peso saludable consiste en implicar a todos los miembros de la familia. Es la idea de "predicar con el ejemplo". Haga de la alimentación saludable y de la práctica de ejercicio físico un asunto familiar. Pida a su hijo que colabore en la elección y preparación de comidas saludables y lléveselo con usted cuando haga la compra para que aprenda a escoger alimentos saludables.

Evite caer en algunas de las trampas más comunes relacionadas con los alimentos y el acto de comer:

  • No recompense a su hijo por su buena conducta ofreciéndole golosinas o dulces ni intente frenar el mal comportamiento castigándole a no tomarlos. Piense en otras formas de impartirle disciplina para modificar su comportamiento.
  • No imponga la norma de "dejar siempre el plato limpio". Tenga en cuenta las fluctuantes curvas de hambre de los niños. Hasta los bebés que giran la cara en la dirección contraria a la del biberón o el pecho de sus madres están enviando señales de que ya han comido bastante. Si su hijo ya está satisfecho, no le obligue a seguir comiendo. Refuerce la idea de que sólo debe comer cuando tenga hambre.
  • No hable sobre "alimentos prohibidos" ni elimine por completo todos los dulces y tentempiés favoritos de la dieta de un niño con sobrepeso. Los niños pueden rebelarse y comer cantidades excesivas de esos alimentos prohibidos cuando están fuera de casa o traerlos a casa a escondidas.

He aquí algunas recomendaciones adicionales para niños de diferentes grupos de edad:

  • Desde el nacimiento hasta el año de edad: La lactancia materna, aparte de las muchas ventajas que aporta a la salud de los lactantes, es posible que ayude a prevenir el sobrepeso. Aunque no se conoce exactamente el mecanismo implicado, los bebés amamantados son más capaces de controlar su propia ingesta y de dejarse guiar por los mecanismos internos que les indican cuándo tienen o no tienen hambre.
  • Entre los dos y los seis años: Inicie los buenos hábitos desde el principio. Fomente la tendencia natural de los niños a estar activos y ofrezca a su hijo un amplio abanico de alimentos saludables. Un niño puede necesitar que le ofrezcan un alimento nuevo 10 veces o más antes de aceptarlo, de modo que no tire la toalla demasiado pronto.
  • Entre los siete y los 12 años: Anime a su hijo a practicar ejercicio físico cada día, se trate de un deporte de equipo organizado o de jugar a la pelota o al escondite a la hora del recreo. Mantenga a su hijo activo también en casa proponiéndole actividades como pasear y/o jugar en el patio o el jardín. Déjele participar cada vez más en las elecciones de alimentos saludables.
  • Entre los 13 y los 17 años: A los adolescentes les encantan los establecimientos de comida rápida, pero trate de guiar a su hijo hacia restaurantes donde sirvan comidas más saludables como, por ejemplo, ensaladas y pollo asado, y raciones más pequeñas. Anímele a estar activo cada día. Si no le van los deportes de equipo, sugiera actividades menos competitivas que pueden ayudarle a mantenerse en forma, como el yoga o el método Pilates, o deportes alternativos como el monopatín, el patinaje o la bicicleta de montaña.
  • Todas las edades: Reduzca el tiempo que su hijo pasa delante del televisor, la computadora y las videoconsolas y evite que coma mientras ve la televisión. Prepárele un amplio abanico de alimentos saludables y coman en familia siempre que sea posible. Trate de incluir cinco raciones de frutas y verduras al día en la dieta de su hijo, prepare meriendas y tentempiés saludables y anime a su hijo a desayunar cada día. Ínstele a probar diversas actividades. No le obligue a practicar un deporte o actividad en concreto -ayúdele a encontrar una actividad que le guste y luego apóyelo en sus esfuerzos.

Si usted, en calidad de padre, come bien, hace ejercicio regularmente e incorpora hábitos saludables en el estilo de vida de toda la familia, proporcionará a su hijo un buen ejemplo a seguir de por vida. Hable a su hijo sobre la importancia de comer bien y hacer ejercicio, pero hágalo siempre con naturalidad, sin hacer de ello una montaña y convierta este tema en un asunto que no sólo le incumbe a él, sino a toda la familia. Y, sobre todo, transmita a su hijo el mensaje de que usted le quiere -independientemente de lo que pese- y que lo que desea es ayudarle a ser feliz y a estar sano.


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