viernes, 13 de noviembre de 2009

Soy un 'matón' para ser el más popular

  • Muchos alumnos que anhelan mayor reputación tienen comportamientos violentos
  • Tienen baja autoestima y están poco satisfechos con su vida
  • Los métodos educativos que fomentan la solidaridad previenen estos comportamientos
Imagen de televisión de un niño de 11 años que supuestamente es agredido por otro. (Foto: EFE)

Imagen de televisión de un niño de 11 años que supuestamente es agredido por otro. (Foto: EFE)


MADRID.- Ser el más popular de clase a costa de lo que sea. Muchos de los chicos y chicas creen que marginando, insultando o calumniando a sus compañeros de clase se ganan el 'respeto' y la valoración de los demás. Desgraciadamente, esta es la conclusión a la que acaba de llegar un grupo de psicólogos españoles tras llevar a cabo un estudio con más de 1.300 alumnos.

David Moreno Ruiz, de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla y autor principal de la investigación [en la que también han participado la Universidad de Valencia, la Miguel Hernández de Elche y la Católica San Vicente Mártir] destaca a elmundo. es que "cuando somos adolescentes queremos sentirnos importantes dentro de nuestro grupo de amigos, para lo cual activamos todas nuestras habilidades con la finalidad de mejorar nuestra reputación y sentirnos significativos. El problema reside cuando esta reputación se obtiene a costa de otras personas utilizando artimañas poco lícitas y perjudiciales para los otros como es el caso de la definida como violencia relacional ".

Marginar y aislar al compañero

Este tipo de agresión es mucho más sutil e invisible. "Implica comportamientos dirigidos a causar daño fundamentalmente psicológico puesto que margina y aísla al adolescente que la sufre causando daño moral a veces de difícil recuperación. Es más fácil ver un ojo morado, que la exclusión o el rechazo del niño", agrega.

Y se ejerce hablando mal de un compañero a los demás, con la calumnia, impidiendo que participe en las decisiones del grupo de amigos, creando rumores falsos o no contando con él para realizar actividades comunes.

Este experto, miembro del Grupo Lisis [especializado en el estudio de la adolescencia y la convivencia escolar], cree que actualmente hay un interés creciente por el estudio de la conducta violenta juvenil en la escuela, dado su gran impacto en la dinámica escolar y en quienes la sufren. Sin embargo, la mayoría de los trabajos se ha centrado en examinar el perfil de los alumnos que presentan problemas de agresión manifiesta.

"El estudio de la violencia relacional ha quedado tradicionalmente relegado de la literatura científica. A esto se añade otra preocupación relativa a la percepción de las distintas formas de agresión por los adultos, quienes tienden a considerar la violencia relacional como más aceptable, sobre todo en la adolescencia temprana", destaca el estudio publicado en 'Psicothema'.

Durante el estudio, los autores evaluaron tanto la reputación percibida como la considerada como ideal en 1.319 estudiantes de 11 a 16 años escolarizados en siete centros educativos de enseñanza secundaria de la Comunidad de Valenciana. Asimismo evaluaron su autoestima, su satisfacción con la vida y la conducta de violencia relacional.

Los datos revelan que existe una estrecha relación entre los comportamientos psicológicamente agresivos y la percepción que tiene el alumno sobre su reputación social [los que los demás piensan de él o como le gustaría que le vieran]. Y esta asociación es más evidente en las chicas que en los chicos. "En efecto, el estudio destaca que cuando se tiene en cuenta esta asociación son las mujeres las que más se implican en estos comportamientos", insiste David Moreno.

Poderosos y rebeldes

"Los adolescentes que anhelan un estatus reputacional alto es decir una nueva identidad social que les sirva para integrarse en el grupo y ser respetados y valorados es más probable que hagan uso de la violencia relacional para conseguir su objetivo. Por el contrario, aquéllos que no desean mejorar su reputación ni encuentran amenazada su posición en el grupo de iguales observan menos beneficios en la utilización de este tipo de comportamientos agresivos", reza el trabajo.

A través de él también se descubre que los que se vuelven los 'matones' de clase para ser más populares son los que más solos se sienten, tienen la autoestima más baja y menor satisfacción con sus vidas.

Ante estos resultados los autores hacen hincapié en la necesidad de "prevenir el desarrollo de identidades sociales adolescentes fundamentadas en la motivación de presentarse ante los demás como individuos poderosos, rebeldes y no conformistas en busca de popularidad y liderazgo".

¿Cómo? "Cambiando ciertos métodos y estilos educativos que premian y fomentan la competitividad por otros centrados en la cooperación y la solidaridad, pero respetando siempre nuestra iniciativa y riqueza individual. La responsabilidad principal para que se produzca este cambio es fundamentalmente de los adultos. Actuando desde la familia, la escuela y desde otros niveles institucionales. También dando buen ejemplo", recomienda David Moreno.

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