martes, 21 de julio de 2009

NIÑOS INMIGRANTES

Guía médica para padres de acogida en verano

  • Muchas familias atienden durante uno o dos meses a menores de países necesitados
  • Aunque se trata de niños sanos, las asociaciones recomiendan una visita al pediatra
Ana de Pablos recibe a una niña de acogida en el aeropuerto (Foto: Infancia Solidaria)

Ana de Pablos recibe a una niña de acogida en el aeropuerto (Foto: Infancia Solidaria)


MADRID.- Cientos de familias españolas se preparan en estas fechas para recibir en su casa a unos huéspedes muy especiales, los niños de acogida que vienen a pasar el verano procedentes de países mucho menos beneficiados que el nuestro. El Sáhara, Bielorrusia, Ucrania, Ghana o Palestina son algunos de sus lugares de origen. Pasarán aquí entre dos y tres meses, y para muchos de ellos será la única oportunidad que tengan en todo el año de que un pediatra les haga una revisión médica.

Van a pasar aquí poco tiempo, y tampoco es cuestión de tenerles todo el día en el médico, pero las asociaciones que les traen a España sí recomiendan al menos una visita al pediatra del centro de salud. No hace falta que sea el primer día que llegan, es mejor darles un plazo de adaptación para que cojan confianza con su nueva familia, para que se familiaricen con su nuevo entorno y se acostumbren a prodigios tales como que salga agua del grifo o que se encienda la luz al pulsar un interruptor.

Como explica Julio Rodríguez, presidente de la ONG Paz Ahora, estos niños se inscriben en la cartilla de la Seguridad Social de sus padres de acogida, por lo que la mayoría de familias acuden en los primeros días al centro de salud para que se les asigne un pediatra; a menudo, el mismo que el de sus propios hijos biológicos.

Como explica el doctor José Antonio Díaz, de la Unidad de Pediatría Social del Hospital Niño Jesús de Madrid, "en esa primera exploración les hacemos una revisión en profundidad, igual que si abriésemos una historia clínica por primera vez, con la desventaja de que en muchas ocasiones desconocemos sus antecedentes familiares".

Es habitual, explica, que traigan algunos problemas bucodentales derivados del agua de pozos que beben en sus casas; o algunos trastornos ocasionados por componentes genéticos, más frecuentes en grupos familiares cerrados, como la talasemia o la celiaquía (intolerancia al gluten). "A veces el problema se plantea cuando estos trastornos se diagnostican estando aquí pero luego no tienen posibilidad de seguir el tratamiento en su casa", reconoce este pediatra.

Actualizar las vacunas

En esta primera visita se aconseja también una analítica completa de sangre, orina y heces ("donde se pueden ver algunos parásitos que traen de allí"); que puede ayudar a ponerles al día en el calendario vacunal. "La rubeola, en las chicas, por ejemplo, con una sola dosis pueden volver vacunadas; o el caso de las paperas en los chicos, que puede ser una posible causa de esterilidad en el futuro".

Más complicado es cumplir la dosis de vacunación completa en el caso de la hepatitis B, explica. "Muchos niños son portadores crónicos del virus [lo que les predispone a padecer la enfermedad], pero a veces aunque aceleres la pauta de tres pinchazos necesaria no logramos la protección completa". En estos casos, si los niños regresan a España verano tras verano sí es posible hacerles un seguimiento más estrecho y aprovechar sus visitas para analizar sus transaminasas.

"El tema sanitario es algo que preocupa a todas las familias; la mayoría de ellas tiene hijos propios y a veces les alarma que puedan contagiarles alguna enfermedad", explica por su parte María José Soto, de la ONG Sunrise África, que lleva dos años trayendo a niños de un orfanato de Ghana.

Ana de Pablos (en la imagen) lleva dos años trayéndose a niños con esta organización. El año pasado le tocó ir a urgencias porque uno de sus pequeños tenía picos de fiebre que no remitían. El diagnóstico fue malaria, aunque como ella explica tranquilizadora, "tuvo la suerte de estar aquí para recibir tratamiento". Por lo demás, recomienda a los padres que disfruten de la experiencia y lleven a los menores al médico si detectan algún problema de salud, "pero sin agobiarse".

En general están sanos

En general, recuerda, se trata de niños sanos, sólo que estás más expuestos a ciertas enfermedades en su lugar de origen. También se acostumbran pronto a comer de todo, aclara, "como todos los niños a esas edades, los macarrones, el pollo y el arroz no suelen fallar". "Vienen a pasar un verano estupendo", le apoya José Ignacio Díaz, de Infancia Solidaria, "y no es cuestión de pasar todo el día de médicos". Aunque él sí aconseja que las familias que se lo puedan permitir les lleven además al dentista y al oculista.

Paz Ahora, por ejemplo, cuentan con una lista de unos 30 profesionales sanitarios distribuidos por toda España que colaboran voluntariamente con ellos, entre pediatras, dentistas o psicólogos. Ellos son quienes se prestan a hacerles a los niños palestinos que vienen en verano una revisión odontológica, oftalmológica, y psicológica si hace falta. "Los pequeños que vienen con nosotros son, al menos, huérfanos de padre, y traen consigo problemas mentales muy graves". Ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático... "Si vamos con ellos en el coche y ven un peaje piensan que se trata de un control militar, y si escuchan un helicóptero se echan al suelo, porque para ellos es el preludio de un ataque", pone como ejemplo.

Muy diferente es el perfil de los pequeños de la provincia de Gomez, en Bielorrusia, que acaban de llegar a Lorca, en Murcia, gracias a la organización de Familias Solidarias con el Pueblo Bielorruso. Como explica uno de los vocales de la asociación, Lázaro Navarro, con el jaleo de los niños recién aterrizados de fondo, se trata en general de chicos sanos, "porque si no las autoridades no les dan el permiso para viajar".

De hecho, aunque se trata de menores con problemas derivados del desastre nuclear de la central de Chernobyl, "allí ya les hacen sus mediciones de radiación y algunos traen un medicamento a base de vitaminas para tratar de reducirlas. Aunque la verdad es que sólo con estar aquí dos meses, con la comida que les damos y un poquito de sol, les bajan muchísimo los niveles de radiactividad".

Su origen también provoca que algunos de ellos traigan gafas mal graduadas, "así que muchas familias de aquí les ponen unas nuevas con la graduación que les corresponda", apunta Navarro.

En algunos casos, como confiesa Quico, vocal y voluntario de la Asociación Chernobyl, que trabaja en el País Vasco, lo único 'malo' que se llevan de España los pequeños son "los niveles de colesterol un poco elevados", bromea, en referencia a la dieta que reciben aquí. Al fin y al cabo, como resume el doctor Díaz, "no suelen presentar ningún problema grave de salud, y lo más importante es que se integren y se lo pasen bien".

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