Por qué un disléxico no separa voz y ruido
- Los niños con problemas de lectura no aprenden a distinguir información relevante
MADRID.- Es casi imposible que la voz del profesor llegue a los alumnos de forma nítida. Lo normal es que en el aula resuenen también los murmullos de los niños, el movimiento de las sillas, alguna que otra risa ahogada, estuches de lápices que se abren y se cierran... Sin embargo, ese ruido de fondo no impide que el mensaje del maestro llegue a sus destinatarios, ya que la mayoría de los escolares posee la capacidad de separar sus palabras del resto de los sonidos. Sin embargo, los disléxicos no realizan correctamente ese proceso de separar lo accesorio de lo esencial cuando reciben señales auditivas. Un estudio publicado en el último número de 'Neuron' muestra algunas de las claves de este déficit.
Los investigadores, de la Universidad Northwestern de Illinois (Estados Unidos), realizaron varias pruebas a un grupo de chavales con problemas de lectura (disléxicos) y a otro sin dificultades de aprendizaje. El cerebro de estos últimos se centraba de forma automática en la información auditiva relevante, predecible y repetitiva.
Esta conclusión se extrae de varios experimentos en los que se midió la respuesta auditiva de los niños a la repetición de la sílaba "da" mientras veían un vídeo. Para ello, se les colocaron unos electrodos en el cráneo. Aunque su atención estaba centrada en la película, su sistema auditivo 'sintonizaba' el sonido cada vez que éste llegaba a sus oídos e iban perfeccionando la forma de procesarlo. Por el contrario, los disléxicos no mostraron ninguna mejora con la reiteración de ese fragmento de voz.
"La habilidad para intensificar la representación de elementos repetitivos es crucial para la percepción del discurso en medio del ruido", explican los autores. Esta capacidad es la que permite "'etiquetar' el tono de voz, un importante punto de partida para separar los flujos de sonido del ruido de fondo", añaden.
Curiosamente, los críos disléxicos mostraban una mayor actividad cerebral en determinados contextos. Esto se debe a que, al contrario de lo que ocurre en quienes no presentan déficit de lectura, sus representaciones del sonido no dependen de su experiencia previa (y, por eso, no les sirven de aprendizaje). De ahí que sean capaces de procesar su entorno auditivo de una manera más amplia y creativa. No obstante, esta singularidad tiene su contrapartida negativa: les impide excluir los detalles irrelevantes (fundamentalmente, el ruido) de lo que perciben.
Desde un punto de vista práctico, los científicos creen que su estudio proporciona un indicador objetivo que puede resultar de gran ayuda para evaluar a los niños con problemas de aprendizaje.
Se calcula que la dislexia afecta a entre un 5% y un 10% de los chavales en edad escolar. Quienes la padecen suelen presentar un nivel de adquisición de la lectura inferior al que correspondería a su edad, a pesar de que su inteligencia es normal. Aunque el trastorno puede ser muy variable, generalmente también se detecta en la ortografía y el procesamiento fonológico. Varios estudios recientes han investigado su relación con la percepción auditiva. El trabajo que recoge 'Neuron' contribuirá a reforzar esta línea de trabajo.
Teniendo en cuenta sus resultados, los autores proponen la puesta en marcha de estrategias para combatir la dislexia que vayan más allá de las intervenciones para reforzar la lectura y la ortografía.
Por ejemplo, los colegios deberían estudiar la posibilidad de colocar a los niños con este problema lo más cerca posible del profesor, de forma que perciban su voz directamente. Por otro lado, la tecnología puede acudir al rescate: existen dispositivos de amplificación del tono de voz que pueden emplear estos alumnos.
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