La pobreza que golpea a la región alienta el fenómeno
Nueve bebes guatemaltecos casi desnutridos fueron encontrados en una casa en Costa Rica a fines del año pasado cuando estaban a punto de ser vendidos a extranjeros. Por esos días, otras cinco bebas de entre 40 días y nueve meses fueron rescatadas en Guatemala antes de ser entregadas a familias estadounidenses, y una red de traficantes, que había vendido tres niños chilenos a parejas de españoles, alemanes y franceses, fue desbaratada.
Estas son sólo algunas de las caras de un fenómeno que crece y preocupa cada vez más a los gobiernos de América latina: el tráfico de niños.
"La situación de empobrecimiento que están viviendo los países latinoamericanos hace que las personas sean más vulnerables y haya mayores necesidades, por eso el fenómeno está creciendo", explicó a LA NACION desde Panamá María Jesús Conde, asesora regional para la protección de la infancia de Unicef.
Al mismo tiempo, los gobiernos parecen estar tomando conciencia de la necesidad de frenar el flagelo. "El tráfico está creciendo, pero también se le está prestando más atención al tema", dijo a LA NACION Bruce Harris, director de Casa Alianza, una organización con sede en Costa Rica que defiende los derechos de la niñez. "Esto es porque hay una mayor presión política de Estados Unidos", añadió.
Esa presión viene del Departamento de Estado norteamericano, que desde el año pasado decidió imponer sanciones económicas a los gobiernos que no hagan lo suficiente para combatir el tráfico de personas.
Según el último informe de Unicef, cerca de 1.200.000 niños son traficados cada año en el mundo en un negocio que deja unos 10.000 millones de dólares en ganancias.
Los centroamericanos son los países de la región más afectados por este negocio. "Es un terreno abonado para el tráfico. Las fronteras son muy permeables y hay una movilidad constante de gente", señaló Conde.
Los bebes guatemaltecos encontrados en Costa Rica habían sido traficados sin inconvenientes por la frontera entre ambos países por una red que tenía su base en el estado de Florida, en Estados Unidos, y un sitio de Internet donde ofrecía a los niños en adopción.
¿Con qué otros fines se trafican los niños? En el caso de los varones, el motivo principal es su utilización como mano de obra barata. En el de las mujeres, la explotación sexual.
En países como Nicaragua y Haití, las redes de traficantes hacen contratos con las familias de los niños y les prometen que darán a sus hijos oportunidades que en sus países no tienen. Eso ocurre, por ejemplo, con los chicos paraguayos y bolivianos que trabajan en los campos de Brasil.
Pero las mujeres son probablemente las que peor lo pasan. Niñas brasileñas y colombianas son llevadas a Europa y a Japón, donde son obligadas a prostituirse. Dentro de la región, niñas desde los 10 años son traficadas a Honduras y Costa Rica, que se han convertido en destinos populares para el turismo sexual (ver aparte).
En el caso de los bebes, el principal motivo del tráfico es la adopción ilegal. Bajo el manto de agencias internacionales de adopción, redes de traficantes se hacen de grandes sumas de dinero con una actividad que, según las normas internacionales, no debe ser lucrativa.
Guatemala es el cuarto proveedor de bebes del mundo -después de China, Rusia y Corea del Sur- e incluso "exporta" más bebes per cápita que cualquier otra nación.
En 2002 salieron 2993 bebes de este país de apenas 14 millones de habitantes; 2548 de ellos fueron a Estados Unidos, según el Departamento de Estado.
El negocio deja unos 20 millones de dólares a la economía guatemalteca. España, Alemania, Holanda, Gran Bretaña y Japón son otros destinos para los niños adoptados ilegalmente.
Larga espera¿Qué hace que una adopción sea ilegal? Según Harris, cuando el niño fue adquirido de forma ilícita, la adopción misma termina siendo ilegal.
Sin embargo, muchas parejas eligen este camino para evitar la larga espera que a veces implica una adopción legal. Mientras en Guatemala se puede comprar un bebe en un mes, en Estados Unidos, principal comprador de niños latinoamericanos, hay que esperar entre tres y cinco años, según el director de Casa Alianza.
"Las parejas llegan a estos países frustradas de tanto esperar", explicó. Las norteamericanas que buscan niños en la región suelen ser mujeres con un buen nivel socioeconómico que trabajaron hasta grandes y que, cuando quieren tener un hijo, ya no pueden. Por eso, no están dispuestas a esperar.
Aunque, a veces, las apuradas son las propias madres. Irene Tello, una ama de casa chilena de 36 años, casada y con dos hijos, fue detenida hace dos meses acusada de entregar ilegalmente a Felicia, su beba de dos meses, a una pareja de alemanes. Según dijo a la policía, estaba en apuros económicos y quería evitar los lentos trámites de una adopción legal.
La adopción en su forma más pura, explicó Harris, significa buscar la mejor familia para el niño. Pero en estos casos, son las parejas las que buscan el mejor bebe para ellos en las páginas web de las agencias, donde pueden elegir hasta el color de ojos del niño. "Es como ordenar una pizza."
Según Harris es la arrogancia lo que lleva a la gente a comprar un bebe en estas condiciones. "Creen que están rescatando al niño de la pobreza y reducen todo al aspecto económico, sin tener en cuenta que una madre pobre ama tanto a su hijo como una rica."
El deseo de tener un hijo es tan grande, que la gente subestima la gravedad de la situación. "A muchos les presentan este camino como un procedimiento relativamente legal, y no les aclaran que se trata de tráfico", explicó a LA NACION Norberto Liwski, un argentino integrante del Comité de Derechos del Niño de la ONU.
El tráfico con fines de adopción deja jugosas ganancias a los intermediarios: los médicos, abogados y hasta jueces que hacen de mediadores. Mientras una madre recibe alrededor de 200 dólares por su hijo, las cifras que pagan los futuros padres oscilan entre los 15 y 50 mil dólares.
¿Qué lleva a una madre a entregar a su hijo por 200 dólares? La pobreza y la esperanza de que en otro lugar su bebe tendrá un futuro mejor. "Los niños en riesgo son los hijos de madres pobres, solas y adolescentes -explicó Liwski-. En esa situación de vulnerabilidad, aparecen personas que les dicen que hay familias que pueden dar a sus hijos una vida mejor."