TERAPIA CON CABALLOS PARA EL AUTISMO
El padre que susurraba a los caballos
- Un periodista relata en un libro el viaje con su hijo autista hasta Mongolia
- 'Los caballos no le han curado, pero sí han mejorado algunos de sus síntomas'
MADRID.- Rowan, de siete años, está en Londres con su abuela; mientras que sus padres, Kristin y Rupert, se encuentran en Barcelona por motivos de trabajo. Esta separación temporal, que para cualquier familia no supondría más que un pequeño trastorno logístico, es para ellos todo un logro. Rowan padece autismo, y esta situación hubiese sido impensable para él hace sólo un par de años.
Pero en este tiempo muchas cosas han cambiado en las vidas de los Isaacson, que se embarcaron en un viaje hasta las estepas de Mongolia en busca de los chamanes y los domadores primitivos de caballos que pudiesen ayudar a Rowan. De su experiencia ha nacido un documental que fue presentado este invierno en el Festival de Sundance, y un libro que llega ahora a las librerías españolas: 'El niño de los caballos' (ediciones Urano).
Pregunta: ¿Cómo se encuentra Rowan ahora mismo? ¿Cómo ha sido su regreso del viaje?
Respuesta: Él está increíble. Sólo el hecho de que él esté ahora en Londres y nosotros aquí, presentando el libro, supone ya un gran cambio. Hace dos años esto hubiese sido impensable. Él tiene siete años, y está dos cursos por delante en el colegio [un centro especial, donde recibe clases y terapias, incluida equitación, junto a otros niños no autistas]; además puedo decir que tiene muchos amigos y que ya es capaz de cabalgar solo, aunque aún le quedan progresos por hacer en el terreno de la conversación.
P: ¿No teme que mucha gente piense que su viaje es simplemente una locura de unos padres un poco hippies?
R: (Risas) Es posible que lo piensen, pero no tengo ningún temor por ello. Es mejor poder disfrutar de mi hijo como está ahora que pensar en las críticas de la gente. Es importante que la gente sepa que no hay nada parecido al 'new age' en esto, hemos probado muchas terapias de la medicina occidental antes de recurrir a los chamanes. Siempre usamos terapias occidentales.
P: ¿Y no piensa que puede generar algunas falsas esperanzas en otros padres?
R: No, el mensaje que yo quiero transmitir es que mi hijo no está curado, Rowan sigue siendo autista. Pero es cierto que la terapia con los caballos ha logrado mejorar su incontinencia urinaria, su capacidad para hacer amigos, y ha rebajado las rabietas inexplicables que sufría. Los padres con niños con trastornos del espectro autista saben que la mejor información que pueden recibir es la de otras familias, y por el contacto que tenemos nosotros en nuestro centro, cada familia sabe que hay algunas terapias que funcionan en unos niños pero no en otros.
El viaje, los caballos... No hay nada que cure el autismo, pero sí hay cosas que pueden ayudar a mejorar los síntomas y ahora se están realizando muchas investigaciones científicas sobre la equinoterapia. No todas las terapias van a funcionar con todos los niños; nosotros probamos cosas con Rowan que no funcionaron. Cada niño va a ser específico; pero con los caballos sí vemos que hay entre un 60%-70% posibilidades de éxito, de que mejoren en algún sentido, de que puedan llevar una vida más normal. No de que se curen, insisto.
P: De hecho usted describe en el libro el miedo al conocer el diagnóstico, la búsqueda de información en Internet... ¿Es ese sentimiento común a todas las familias?
R: Mi mujer es profesora de Psicología y enseguida se lanzó a buscar información en las páginas web de las mejores universidades; pero pronto descubres que estás tú solo. Porque la ciencia aún no entiende del todo bien el autismo, la investigación en este terreno está aún dando sus primeros pasos. El autismo es un espectro de trastornos, y tú tienes que averiguar en qué punto de ese espectro está tu hijo. Buscas terapias conductuales que puedan ayudarle, pero no es extraño que encuentres información contradictoria. El diagnóstico implica muchas dificultades y muchos padres pasan por las mismas que nosotros tuvimos.
P: ¿Se ha planteado investigar esta relación de los niños autistas con los caballos de alguna manera científica?
R: No, yo no soy científico, soy periodista y activista. Ahora, si algún científico quiere venir a nuestro centro para estudiar esto, nuestras puertas están abiertas. Sé que se están haciendo algunas investigaciones en dos investigaciones de Francia y dos en Canadá, se ha observado que la equitación puede liberar en estos pequeños oxitocina, la llamada hormona de la felicidad. Y más allá de todo esto está su capacidad para comunicarse, cuando les ves que se lo pasan tan bien con los caballos... Creo que se trata de algo muy parecido al efecto placebo; algunos pacientes que reciben una sustancia inactiva también mejoran. Y nos sabemos por qué. Podría ser que los sistemas tradicionales de curación, el chamanismo, y todas estas cosas, funcionen de alguna manera así, aunque honestamente no lo sabemos todavía.
P: ¿Tiene contacto con padres españoles? ¿Conoce las experiencias con caballos que se realizan aquí?
R: Sí, hemos recibido varios emails de padres españoles a raíz de la publicación del libro, y sé que hay un aumento del número de centros [de equinoterapia]. En España hay realmente un conocimiento muy profundo de los caballos, hay mucha gente que tiene enormes conocimientos prácticos y profesionales de estos animales, que forman parte de la cultura aquí.
Creo que en dos o tres años, habrá muchas innovaciones específicamente españolas en este terreno. Los caballos que ejecutan movimientos parecidos al baile son capaces de mejorar la capacidad comunicativa en niños autistas con apenas capacidad para hablar. Hemos visto cómo esta especie de balanceo les hace echarse a reír y después emitir tres o cuatro palabras. El sábado tenemos pensado ir a un espectáculo ecuestre en Barcelona, y realmente tengo muchas ganas.
P: ¿Cómo ha cambiado su relación con Rowan en este tiempo?
R: Ahora puedo ver más claramente quien es mi hijo, me puede decir qué está pensando. Ahora, trabajamos un poco juntos, me ayuda a entrenar a los caballos, porque él sabe mejor lo que necesitan los caballos en cada momento. Está empezando a escribir alguna historia, e incluso a hacer alguna grabación de vídeo con una pequeña cámara de juguete. Pero lo que es importante subrayar es que Rowan es aún autista, siempre lo será. No está curado, aunque ha perdido algunas de sus discapacidades anteriores. No creo que haya una cura para el autismo.