viernes, 7 de mayo de 2010

Intocables e indefensos

  • Depresión, dolor de cabeza crónico o malnutrición, problemas comunes en el 'slum'
  • Las mujeres y los hijos sufren con frecuencia abusos por parte del cabeza de familia
Saphina, de seis años, una de las niñas del 'slum'. (Fotos: I.F.L) Vea el álbum de fotos

CALCUTA.- En un minúsculo amasijo de hojalata, plástico y cartón -mal llamado casa- vive Saphina. Seis años encerrados en un cuerpo diminuto, con la sonrisa fácil, siempre dispuesta a alegrar su infancia. Pero las marcadas ojeras delatan sus muchas noches en vela; los profundos ojos negros no pueden ocultar que a su corta edad han presenciado episodios desagradables. Ella no los cuenta. Nadie le pregunta. Todos saben que es el día a día del 'slum' de Calcuta del que procede. Que en el sistema de castas que impera en la India -con cinco oficiales y miles de subdivisiones- ellos, los intocables, se llevan la peor parte. Y, si son mujeres o niños, sobrevivir se convierte en el más difícil todavía.

La situación de Saphina no dista mucho de la de Sultani, Karim, Amina, Koby, Pinky, Jafar... No levantan un palmo del suelo y ya conocen bien lo que es sufrir trastornos típicos de la edad adulta, como insomnio, depresión o dolor de cabeza crónico. Tampoco se libran de la malnutrición severa, los parásitos, la tuberculosis y los infinitos problemas de piel derivados de las condiciones en las que viven, de los efluvios y el calor insoportable que produce cocinar con carbón cuando la temperatura ambiental supera los 48ºC.

Pero, por primera vez, a Saphina y a otros 311 niños que acuden a la escuela Joyjeet Das Memorial School, situada en el 'slum' de Tollygunge, les han detectado sus problemas de salud. Por primera vez, gracias a la ONG española Amavida, que sustenta el colegio, estos pequeños se han hecho un reconocimiento médico. En medio de muchos llantos y rabietas, se han pesado y sometido a diversos análisis. Los diagnósticos no sorprenden. A las enfermedades ya citadas se suman las pulmonías, las infecciones de oído y las erupciones cutáneas. También la anorexia, no tal y como se concibe en Occidente, sino como sinónimo de una grave desnutrición.

Son las patologías propias del 'slum', de la violencia, de la pobreza. Las consecuencias lógicas de estar hacinados en un espacio ínfimo con cientos de personas, sin contar las ratas y cucarachas, compañeras habituales. Se trata sólo de los trastornos que se pueden ver en las pruebas médicas. Luego están los otros, los que no detectan los análisisis pero que están ahí. La timidez extrema, la mirada gacha, la ansiedad, el miedo.

Hasta hace poco más de un mes, también sufrían el estrés de tener que buscar algo que llevarse a la boca para calmar el 'runrún' del estómago. Comer todos los días era un lujo. Ahora, la situación ha cambiado. La escuela les garantiza un plato de comida diario. A las 19:30, de lunes a domingo, el lugar más concurrido del 'slum' de Tollygunge es la puerta del colegio, donde los 312 alumnos y algunas madres hacen cola para devorar el arroz y el dal -la sopa típica y base de la alimentación en esta parte de la India-. También para probar nuevos sabores. Los que proceden de las verduras que Mimi y Ana, coordinadoras del centro y artífices del 'Food Program', tratan de introducir en la dieta para hacerla más equilibrada. Aunque, de momento, el pepino tiene poca aceptación en los paladares de los pequeños.

Violaciones y abusos

Koby, víctima de una paliza.

Koby, víctima de una paliza.

Calmar el hambre, irse a la cama -eufemismo que define a un trozo de madera a la intemperie- con el estómago más o menos lleno es una alegría y un logro para los habitantes de este 'slum'. Pero la felicidad no dura mucho. La mayoría de las veces se ve interrumpida por alguna paliza, como la sufrida por Koby, que con ocho años ha visto su inocencia truncada por los golpes de un adulto a quien el alcohol nubló el juicio. Un día en el hospital y vuelta al 'hogar', al territorio 'enemigo'. Aún magullado y con el miedo en el cuerpo.

Las violaciones y los golpes a las mujeres, jovencísimas madres obligadas a casarse en un matrimonio organizado por las familias, también están a la orden del día. "Todas las mujeres del 'slum' sufren alguna clase de abuso por parte de sus maridos. Muchas veces ellos llegan borrachos por la noche y desahogan su rabia, su frustración con sus esposas. El alcoholismo es un problema muy extendido en esta sociedad", explica Ana Villanueva, de la ONG Amavida.

Los datos oficiales indican que la India es el segundo país, tras Estados Unidos, con mayor número de violaciones. En cuanto las niñas empiezan a desarrollarse, se convierten en objeto de deseo, en el blanco más fácil de los 'slum'. Indefensas, desprotegidas, a expensas de que cualquier día llegue un varón sin previo aviso -la falta de electricidad no delatará su presencia- que quiera satisfacer sus deseos sexuales o, peor, que se las lleve para las mafias de prostitución. Todo, en la más absoluta impunidad. Al fin y al cabo, se trata de los intocables.

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