Los 'signos' de la esquizofrenia en bebés
Acaban de nacer y sus cerebros ya 'delatan' si, desafortunadamente, tienen más posibilidades o no de desarrollar esquizofrenia. Un equipo de científicos estadounidenses aporta las primeras evidencias científicas de que algunas de las anomalías cerebrales asociadas a un mayor riesgo de padecer la enfermedad se pueden detectar a las pocas semanas de llegar al mundo.
La esquizofrenia, que en España afecta a más de 400.000 personas, se considera una patología del neurodesarrollo desde hace 20 años. "Este concepto se basa en las observaciones realizadas que constatan que algunos genes implicados en el desarrollo pueden tener variaciones anómalas en estos pacientes. Tambien se ha contrastado que los 'ataques ambientales' durante la fase pre y perinatal, como las infecciones o las complicaciones obstétricas en el nacimiento, elevan las posibilidades de padecerla... Además, este trastorno se asocia con alteraciones sutiles de la estructura cerebral, incluidos un volumen mayor de los ventrículos laterales, niveles más bajos de sustancia gris cortical, y menor volumen del hipocampo" reza el ensayo, publicado en el último 'American Journal of Psychiatry'.
Los científicos, liderados por John Gilmore, del Centro de Investigación de Esquizofrenia de la Universidad Chapel Hill de Carolina del Norte (EEUU) llevaron a cabo la investigación con 26 embarazadas con esquizofrenia y las compararon con otras tantas sanas. Los autores recuerdan que "tener un pariente de primer grado afectado aumenta el riesgo de que una persona desarrolle también la enfermedad". Sin embargo, hay que hacer un llamamiento a la cautela porque no todos los niños nacidos de madres o padres con la patología la sufren también.
Durante el ensayo se llevaron a cabo ecografías durante las semanas 22 y 32 de gestación, así como resonancias magnéticas en todos los recién nacidos. "Los datos revelan que los menores de mamás con esquizofrenia no mostraban diferencias en el ancho prenatal del ventrículo lateral o en la circunferencia de la cabeza. Sin embargo, entre los bebés de más riesgo de padecer la enfermedad se evidenció un tamaño del cerebro más grande así como de los ventrículos laterales en comparación con los hijos de madres sin enfermedad psiquiátrica". Por el contrario, los investigadores no encontraron diferencias en el tamaño del cerebro de las niñas del estudio.
Hacer el seguimiento
Para Julio Sanjuán, coordinador del área de Esquizofrenia e Investigador Principal del grupo 23 del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia, "el trabajo es importante porque es el primero que se realiza en bebés. Los que existen hasta ahora son en menores que ya han desarrollado la enfermedad. Por lo tanto, además de aportar nuevas evidencias, permite que el seguimiento de estos recién nacidos ofrezca la oportunidad de observar qué cambios se producen durante el neurodesarrollo y cuáles de ellos guardan relación con el padecimiento de la enfermedad".
Este experto reconoce que "en este estudio, como en todos los de salud mental en los que se emplean técnicas de imagen, las diferencias observadas entre pacientes y controles se realizan a nivel grupal, no individual. No da a conocer el porcentaje exacto de niños que tenían anomalías y los que no las padecían. Este hecho explica por qué hasta la fecha las técnicas de neuroimagen no tiene un valor diagnóstico en Psiquiatría".
Pese a todo ello y a pesar, también, "de que la muestra es pequeña", aclara el investigador, "lo cierto es que se trata de un estudio importante que pone además en evidencia algo que llevamos observando desde hace tiempo".
Diferencias de género
Siempre se ha creído que la esquizofrenia afectaba por igual a hombres y a mujeres, pero sabemos "que no y que en los varones, además de ser más frecuente y de tener un inicio más precoz, causa más síntomas. También es más grave. Las pruebas de imagen han constatado que las niñas de madres con esquizofrenia no tenían las anomalías cerebrales que se han observado en los niños, lo que viene a constatar que, probablemente, a nivel de mecanismos etioptagonénicos (causas) del trastorno, las cosas son muy distintas entre el sexo masculino y el femenino".
Tanto este especialista como los propios autores de la investigación defienden que los menores con cerebros más grandes no necesariamente van a desarrollar la enfermedad. Es más, "sólo entre el 20% y el 30% de los pacientes diagnosticados en la edad adulta muestra anomalías estructurales en el cerebro (dilatación ventricular), en el resto no se aprecian diferencias con las personas que hicieron de grupo control", aclara el científico de Valencia. Los autores confiesan que este trabajo es sólo el principio. "Estamos siguiendo a estos bebés a través de su infancia. El equipo continuará midiendo los cerebros de los niños y hará un seguimiento de sus habilidades lingüísticas, motrices y desarrollo de la memoria, para establecer una posible relación con la enfermedad. También pretendemos contactar con más mujeres para aumentar el tamaño de la muestra".
Para que nadie se lleve a engaños, "hay que dejar bien claro que el estudio no tiene implicaciones, por ahora, en la práctica clínica. En resumen, este estudio es un paso importante pero todavía queda mucho camino por recorrer para tener pruebas de detección precoz de la esquizofrenia", adelanta Julio Sanjuán.
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