En la cama el niño tiene libertad para levantarse y desplazarse por la casa, mientras que en la cuna sus movimientos son más limitados. Antes de dar este paso debemos asegurarnos de que nuestro hijo tenga unos buenos hábitos de sueño. Siempre que la cuna sea segura para el peso y el tamaño del pequeño, no tienes ninguna prisa. Lo ideal es esperar a que lo demande el niño, lo que suele ocurrir a partir de los dos años.Claves para un buen cambio
- Si el niño empieza a escalar y saltar fuera de la cuna, te está haciendo saber que ha llegado el momento del cambio.
- Al principio es interesante limitar la zona de su cama mediante unas barreras de seguridad o un sistema acústico que te avise si sale de su habitación. Los primeros días visítalo con frecuencia para que no se sienta encerrado.
- La cama debe ser segura y amplia, no muy alta y sin esquinas salientes. Colócala lejos de ventanas y enchufes.
- Cuando decidas que tu hijo tiene que ir a la cama, hazlo de un día para otro y transmítele tu alegría porque ya es mayor y, por tanto, merecedor de dormir en una cama. Ese día puedes organizar «la fiesta de la cama», en la que todos celebraremos el cambio y lo comentaremos con familiares y amigos.
- Le vendrá bien participar en el desmontaje de su antigua cuna y el montaje de su nueva cama.
- Si el niño es muy inquieto, antes de pasarle definitivamente a la cama puedes colocar su colchón en el suelo sobre un aislante. Así evitarás el riesgo de caídas y la necesidad de colocar barreras protectoras.
- Lo fundamental para que un niño duerma bien es que se sienta seguro, tanto física como psicológicamente, y esa seguridad, en gran medida, se la transmiten sus padres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario