n los últimos años ha surgido un consenso mundial para definir la adolescencia como un periodo particular e importante en la vida de cada persona. En una declaración conjunta, hecha en 1998 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Fondo de las Naciones Unidas para Actividades en Materia de Población (FNUAP), se declaró que el término "adolescencia" se refiere a personas que tienen entre 10 y 19 años. En la actualidad una de cada cinco personas en el mundo se encuentra en la etapa de la adolescencia. En gran parte, las necesidades referentes a la salud reproductiva de este grupo han sido negadas o han sido tratadas como un aspecto indistinguible de los problemas de la salud infantil.
No obstante, lo cierto es que muchas niñas pertenecientes a diversos contextos sociales y culturales deben afrontar asuntos relacionados con la salud sexual y reproductiva cuando tienen apenas 10 años de edad: pueden ser forzadas a contraer matrimonio siendo aún muy jóvenes, pueden ser víctimas de violación o incesto, y/o pueden ser sometidas a la circuncisión femenina/mutilación genital femenina (CF/MGF). Debido a que las adolescentes no tienen acceso ni pueden escoger libremente métodos anticonceptivos apropiados, pueden verse enfrentadas a embarazos no deseados o inoportunos. Un desmesurado número de adolescentes en todo el mundo se ven sometidas a la práctica de abortos ilegales y en condiciones de riesgo debido a la carencia o a la limitada existencia de información y de servicios de salud reproductiva de excelente calidad, incluyendo la anticoncepción. Además, los y las adolescentes son más susceptibles a adquirir el VIH/SIDA y otras infecciones transmisibles sexualmente (ITS) debido a factores como la temprana iniciación sexual, la explotación y la violencia sexual, y las dificultades para negociar una adecuada protección en sus relaciones sexuales. Por otra parte, la inmadurez física de muchas adolescentes asociada a la falta de acceso a servicios adecuados de asistencia médica prenatal o materna, aumenta las posibilidades de riesgo de muerte debido a complicaciones relacionadas con el embarazo.
La Convención sobre los Derechos del Niño y de la Niña celebrada en 1990, reconoció por primera vez a nivel internacional, el derecho a la salud de los y las adolescentes, incluyendo su salud reproductiva. Al reconocer explícitamente el derecho que tienen los y las adolescentes "al disfrute del más alto nivel posible de salud y a servicios para el tratamiento de las enfermedades y la rehabilitación de la salud", la Convención obliga a los gobiernos a que aseguren a los y las adolescentes el acceso a los servicios de salud reproductiva.
En la Conferencia Mundial sobre Población y Desarrollo que tuvo lugar en 1994, los gobiernos acordaron brindarle información y servicio a los y las adolescentes para ayudarles a entender su sexualidad, y a protegerse de embarazos no deseados y de ITS.
Sin embargo, debido a controversias relacionadas con la sexualidad de la adolescencia y a la falta de conocimiento general sobre las necesidades sexuales y reproductivas de esta población, muy pocos países han creado centros de servicios médicos adecuados para los y las adolescentes. Las personas encargadas de formular políticas, los profesionales de la salud, los padres y los educadores deben trabajar para ayudar a que los y las adolescentes se desarrollen como adultos sanos, brindándoles información y consejería exacta y de fácil acceso, así como brindándoles servicios médicos de alta calidad que les aseguren autonomía y continuidad en su salud reproductiva.
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