viernes, 22 de agosto de 2008

TRANSMISION DEL VIH A M BEBE

Formas de transmisión

La transmisión de la infección de la madre al niño puede hacerse en tres momentos diferentes:

  • Durante el embarazo. Generalmente en el tercer trimestre, conocido como transmisión prenatal, es decir antes del nacimiento. Existen datos que demuestran que es posible el contagio a través de la sangre de la placenta durante los 15 primeros días de embarazo, sin embargo parece que menos del 2% de las transmisiones se producen antes del séptimo mes de embarazo.
  • Durante el parto, o perinatal. El recién nacido puede infectarse durante el parto por exposición directa a la sangre de la madre o a sus flujos. Las contracciones del útero pueden facilitar el paso de sangre de la madre al niño.
  • Por la leche materna, postnatal o postparto. El riesgo de adquirir infección aumenta entre un 12-26% en niños amamantados. Cuanto mayor sea el tiempo de amamantamiento mayor es el riesgo, siendo considerable después de los tres meses. El VIH penetra a través de la piel o las mucosas del recién nacido o de la mucosa gastrointenstinal. La lactancia debe evitarse en países desarrollados, pero su prohibición en los países en vías de desarrollo es muy compleja, pues en muchas ocasiones es el único método de alimentación.

Estrategias globales para reducir el contagio

La transmisión del VIH de la madre al niño durante el embarazo, parto y a través de la leche materna representa un 91% de todos los casos de SIDA de la población infantil en los países occidentales. Por lo tanto, la mejor manera de evitar la infección en los niños es prevenir la infección en las mujeres y fomentar una atención prenatal precoz que incluya orientación y pruebas de detección del VIH.

En estas estrategias se tienen que tener en cuenta varios aspectos. Por un lado se trata de la acción global que deben afrontar los gobiernos y los organismos locales para luchar contra la infección, haciendo un diagnóstico precoz y llegando a todas las mujeres infectadas. Por otro, se trata de la estrategia particular que se debe tomar en cada mujer que ya se sabe infectada por el VIH y que decide seguir adelante con su embarazo.

  • Se aconseja que toda mujer embarazada se realice una prueba de VIH en el primer trimestre. Esta prueba no es obligatoria en sentido estricto y pueden negarse a realizarla, sin embargo el beneficio que se puede obtener del diagnóstico precoz tanto para la madre como para el hijo hacen muy importante su realización. Esto adquiere especial importancia en mujeres con algún factor de riesgo conocido, como consumo de drogas o relaciones sexuales promiscuas. Sin embargo, no todas las personas infectadas recuerdan o reconocen un contacto de riesgo, por ello es importante que todas se realicen la prueba.
  • Si el resultado es positivo se aconseja iniciar tratamiento de forma más precoz posible. Diversas terapias han sido estudiadas durante el embarazo: la zidovudina y la nevirapina han demostrado su eficacia sin aumentar el riesgo de problemas en el feto. Estos fármacos se indican a todas las embarazadas infectadas, independientemente de su estado inmune (esto es, incluso en mujeres que no tengan indicación de tratamiento por tener la carga viral muy baja o los CD4 muy altos y no haber tenido ninguna complicación clínica). Cuando la paciente tiene indicación de tratamiento la monoterapia no se considera una opción aceptable por ello, y dado que la mayoría de los fármacos antirretrovirales no son teratógenos en estudios experimentales se podrían plantear estrategias de tratamiento con varios fármacos.
  • El gasto que supone realizare pruebas a todas las embarazadas se considera compensado en los países occidentales por el ahorro que se obtiene al evitar contagios. Por ejemplo, en EE UU se calculó que el costo estimado anual de las medidas de prevención de transmisión perinatal en los Estados Unidos asciende a 67,6 millones de euros. Esta inversión previene 656 infecciones de VIH y representa un ahorro de 105,6 millones de euros por concepto de costos médicos, con un ahorro anual de 38,1 millones.


Las actividades de prevención perinatal del VIH deben ayudar a garantizar que se entre en contacto con todas las mujeres infectadas con VIH en los primeros meses del embarazo, a fin de proporcionarles atención prenatal así como la posibilidad de enterarse de su condición. Si están infectadas se les debe ofrecer terapia preventiva a fin de aumentar las posibilidades de que sus hijos nazcan libres de infección y garantizar atención y tratamientos del VIH de alto nivel para las madres y sus hijos. Un mayor acceso a la atención médica prenatal así como un mayor uso de la misma, permitirán alcanzar esta meta.

Las mujeres que consumen drogas durante el embarazo son las que tienen menores posibilidades de obtener atención médica prenatal. Se requieren mayores esfuerzos a todo nivel (comunitario, estatal, nacional) para integrar las actividades de prevención del VIH con las de prevención del consumo indebido de sustancias y así ayudar a las mujeres embarazadas a que tengan acceso a los servicios necesarios para mejorar su propia salud y la de sus hijos

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