Quince días entre el pánico y la incredulidad
- Los lectores de elmundo.es cuentan cómo han vivido la situación de la gripe en México
- Algunos siguen preocupados pero otros creen que ha habido demasiado alarmismo
MADRID.- México, el punto de partida de la epidemia de nueva gripe que se propaga por el mundo y que trae de cabeza a los organismos sanitarios internacionales, vuelve poco a poco a la normalidad, a las clases, a comer fuera de casa y a disfrutar de los espectáculos. Pero durante dos semanas, sus habitantes han vivido como si fueran los protagonistas de una película de ciencia ficción, con una mezcla de pánico, incertidumbre y escepticismo. Desde este epicentro, los lectores de elmundo.es cuentan sus experiencias.
Emilio Fernández, un español que reside en el país comenta que, en los primeros días, "el problema nos desbordó completamente, ya que en la actualidad el sistema del seguro social mexicano es muy deficiente y los medios escasos, no estamos preparados para una epidemia de este tipo, ni grande ni pequeña".
Y aunque las cosas están volviendo a su cauce, algunos ciudadanos siguen en alerta. Para Gade Herrera, la mayor preocupación es notar "cómo la gente se está relajando y que ya no se ven tantos 'cubrebocas' por la calle". Especialmente temerosa se muestra ante la actitud de los jóvenes, "que le han perdido el miedo a la influenza e, incluso, muchos creen que se trata de un invento para tapar otros asuntos".
Una opinión compartida por Iván, que desde el DF, no entiende "por qué se ha normalizado ya todo y el semáforo de cinco colores utilizado por el Gobierno para medir la seguridad está en nivel amarillo, que significa normal, cuando hace unos días estábamos en nivel rojo, que implicaba el paro de las actividades por riesgo de preparación del virus". Para Iván, "esto es una incongruencia total, pues la OMS mantiene la alerta internacional en nivel 5 y está planteándose elevarla al nivel 6, de máxima pandemia".
Sin embargo, para otros como Angélica, el nivel amarillo significa un mensaje de esperanza y optimismo. "Los mexicanos tendemos a ser muy alegres. Ahora que ya han puesto la alerta amarilla tenemos el ánimo de que todo va pasar. Pensamos que lo más grave ya lo hemos vivido y que vamos a salir adelante"
Del histerismo a la calma
Daniel Continente es madrileño, pero vive en México desde hace 10 años. Él asegura que con el anuncio de la epidemia "la psicosis se adueñó de la ciudad" y enseguida "comenzaron a escasear las mascarillas en las farmacias".
Pero esos días ya han pasado. Jordi Muñoz asegura que él y su familia, que llegaron a México hace dos meses, están ahora "preocupados, pero con calma". Cuenta que "se empezó a notar un poco de histerismo en los comercios y, sobre todo, cuando se dio la orden de cerrar los restaurantes".
Por su parte, Juan Arteaga comenta que "a pesar del terremoto y la epidemia, todavía falta mucho tiempo para la llegada del Apocalipsis". Según él, "la verdadera epidemia de México es la desigualdad social, no la gripe. La mayor parte de los muertos era de clase social muy baja, sin recursos para medicinas o médicos".
Coincide con su punto de vista Oriol Sierra, que vive en la ciudad de Puebla: "La vida sigue su curso normal. Existe una inquietud en todo el país, pero la situación dista mucho de las descripciones apocalípticas que se pueden leer en la prensa europea".
Miguel Rumayor, representante en una universidad mexicana en Europa considera que "todo lo que está pasando es tremendamente exagerado y sacado de contexto. México es un país de más de 100 millones de habitantes con un nivel de pobreza altísimo, donde cualquier tipo de enfermedad, aunque no sea importante, produce muchos muertos".
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