domingo, 28 de junio de 2009

La soledad del diferente: Andrés, el niño más gordo del mundo, en una lucha solitaria y desigual


Apenas puede caminar; no va al colegio y recibe la permanente asistencia de su madre, aún en las tareas más sencillas. La discriminación y el estupor que genera en los demás lo mantiene prácticamente aislado.


El caso de Andrés Camilo, el chico colombiano de 11 años y de 180 kilos de peso, genera a la simple vista de los muchos que lo observan, la compasión, las dudas y el miedo, pero nunca el desinterés.

Es que a tan corta edad, Andrés disputa una lucha difícil y desigual: la obesidad que lo ata a la cama y a los cuidados de su madre. Anoche pasó por “70.20.10, Así comenzó todo”, el programa que Chiche Gelblung conduce los sábados a las 22 por El Trece.

Un equipo periodístico de aquel programa lo siguió de día y de noche durante su estadía en Buenos Aires para reflejar una de las enfermedades más crueles y discriminatorias de todas, y como lo debe enfrentar este pequeño gigante.

Andrés es prácticamente un discapacitado, no concurre al colegio y necesita del servicio de la madre durante las 24 horas. Para acostarse, para despertarse, para lavarse los dientes, para cambiarse: la madre hasta le de de comer en la boca.

En el desayuno, que su madre le alcanza a la cama, este chico colombiano ingiere con él las calorías que un niño del común consume en varios días. Durante sus paseos por la Capital Federal, la madre se servía de una toalla para secar la permanente transpiración que brotaba de los poros de Andrés.

En una noche de paseo, y antes de salir del hotel, Andrés había comido lo que para muchos es una cena: un suculento plato de spaghettis. Sin embargo, ya en el restorán, él continuó con una ingesta de milanesas a la napolitana y papas fritas, y fuera de el, compró un kilo de helado (alentado por su mamá) que tomó en la cama del hotel, ya de vuelta.

El testimonio de Andrés, el de su vida fatigosa, llena de obstáculos e impedimentos, puede confundir a muchos, llevándolos a pensar en Andrés como un fenómeno de circo. Pero es apenas un chico de 11 años que afronta una de las realidades más crudas: la soledad del diferente.

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